Enrique Dans
Perder los papeles. Perder el sentido de la proporcionalidad en la respuesta, atacar con represión brutal una protesta completamente pacífica. Responder a unas molestias con golpes y sangre. Detener e incomunicar a periodistas que únicamente cumplen con su deber de informar. Perder el sentido común.
“Heridos leves”, interesante eufemismo. El impacto de una porra sobre la cabeza, una brecha sangrante o un hematoma que tarda semanas en curarse. ¿En respuesta a qué? A leves molestias, a pequeños cortes de tráfico, a gritos, a algún insulto – inevitable y que para nada responde al espíritu de la generalidad de los convocados – a la travesura de colgar un cartel de la valla de un ministerio. Violencia policial ante los “indignados” más dignos, más serios y más pacíficos de toda Europa. ¿Policías heridos? A ver, alguna foto: en un sitio lleno de cámaras y teléfonos móviles, nadie ha podido todavía enseñar ninguna fotografía de manifestantes atacando a la policía.
Esto es lo que define todo: políticos que hablan entre sí, y si hay acuerdo para asumir el desgaste, se justifica todo. Se justifica la violencia, los porrazos, el cierre de una plaza durante días… No, el cierre de la plaza y los problemas de los comerciantes no es “culpa” de los indignados, que ya únicamente estaban allí en presencia testimonial y sin molestar a nadie. Es culpa de una respuesta desproporcionada, absurda, totalitaria y sin sentido. Cerrar una plaza para evitar “que gane el otro”, empeñarse en el “no pasarán” y montar una especie de guerra entre policías y ciudadanos es algo que en cualquier democracia civilizada debería dar lugar a ceses fulgurantes. Quien justifica la violencia, los porrazos y la sangre con un “es que ocupan la plaza”, “es que gritan”, “es que cortan el tráfico” o “es que molestan” debería hacerse mirar su sentido de la proporcionalidad. Su sentido común.
Recuérdalo: en un movimiento que demanda cambios de base en la forma en la que se administra la democracia, nunca vas a poder estar de acuerdo en todo. Solo podrás estar de acuerdo, como la gran mayoría de la sociedad española lo está, en que hacen falta cambios, y que la presión social es la única manera de conseguirlos. Sin presión social, ya sabemos lo que pasa. La partitocracia prescinde de las reivindicaciones de los ciudadanos, las fagocita en forma de mensajes electorales vacíos, las deja caer en saco roto o incluso les da la vuelta. No, no vas a estar de acuerdo con TODO lo que piden TODOS los indignados, porque si quieres que sean muchos, algunos de esos muchos tendrán posiciones que no serán como las tuyas. Pero todos quieren – queremos – cambios, y mantener la presión social es la única manera de acercarse a que se consigan. Mantener la presión social implica seguir en la calle, pacíficamente como siempre se ha estado.
La resistencia pacífica y la ausencia total de violencia han caracterizado y dado carta de naturaleza a este movimiento desde su inicio, y así debe seguir siendo. Es fundamental que sea así. Si ha habido sangre, plazas sitiadas, violencia policial y periodistas encarcelados es por culpa de salvajes que ordenan a la policía cargar contra una multitud pacífica. Por culpa de un sistema que ha perdido los papeles. Salvajes que ordenan a la policía que pegue a ciudadanos pacíficos y desarmados, y que después inventan las delirantes razones que supuestamente tuvieron para hacerlo. Si no les obligamos a recuperar los papeles, si no forzamos la actitud, cuando termine su período de marketing y hayamos depositado su ansiada papeleta en la urna, será mucho peor.
Recuerda: #nolesvotes.
Cerrar plazas. Encarcelar periodistas. Pegar a ciudadanos pacíficos. Está claro: han perdido los papeles.
Esto es lo que define todo: políticos que hablan entre sí, y si hay acuerdo para asumir el desgaste, se justifica todo. Se justifica la violencia, los porrazos, el cierre de una plaza durante días… No, el cierre de la plaza y los problemas de los comerciantes no es “culpa” de los indignados, que ya únicamente estaban allí en presencia testimonial y sin molestar a nadie. Es culpa de una respuesta desproporcionada, absurda, totalitaria y sin sentido. Cerrar una plaza para evitar “que gane el otro”, empeñarse en el “no pasarán” y montar una especie de guerra entre policías y ciudadanos es algo que en cualquier democracia civilizada debería dar lugar a ceses fulgurantes. Quien justifica la violencia, los porrazos y la sangre con un “es que ocupan la plaza”, “es que gritan”, “es que cortan el tráfico” o “es que molestan” debería hacerse mirar su sentido de la proporcionalidad. Su sentido común.
Recuérdalo: en un movimiento que demanda cambios de base en la forma en la que se administra la democracia, nunca vas a poder estar de acuerdo en todo. Solo podrás estar de acuerdo, como la gran mayoría de la sociedad española lo está, en que hacen falta cambios, y que la presión social es la única manera de conseguirlos. Sin presión social, ya sabemos lo que pasa. La partitocracia prescinde de las reivindicaciones de los ciudadanos, las fagocita en forma de mensajes electorales vacíos, las deja caer en saco roto o incluso les da la vuelta. No, no vas a estar de acuerdo con TODO lo que piden TODOS los indignados, porque si quieres que sean muchos, algunos de esos muchos tendrán posiciones que no serán como las tuyas. Pero todos quieren – queremos – cambios, y mantener la presión social es la única manera de acercarse a que se consigan. Mantener la presión social implica seguir en la calle, pacíficamente como siempre se ha estado.
La resistencia pacífica y la ausencia total de violencia han caracterizado y dado carta de naturaleza a este movimiento desde su inicio, y así debe seguir siendo. Es fundamental que sea así. Si ha habido sangre, plazas sitiadas, violencia policial y periodistas encarcelados es por culpa de salvajes que ordenan a la policía cargar contra una multitud pacífica. Por culpa de un sistema que ha perdido los papeles. Salvajes que ordenan a la policía que pegue a ciudadanos pacíficos y desarmados, y que después inventan las delirantes razones que supuestamente tuvieron para hacerlo. Si no les obligamos a recuperar los papeles, si no forzamos la actitud, cuando termine su período de marketing y hayamos depositado su ansiada papeleta en la urna, será mucho peor.
Recuerda: #nolesvotes.
Cerrar plazas. Encarcelar periodistas. Pegar a ciudadanos pacíficos. Está claro: han perdido los papeles.
1 comentario:
Aunque aparezca mi nombre de bloger, estoy de acuerdo contigo en todo y me siento "perro flauta"
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