martes, 14 de julio de 2015

La familia aumenta

Vuelvo a tener las mismas especiales sensaciones que experimenté, hace casi cuatro años, cuando nació mi nieto Iván. Ahora, con los mellizos, el sentimiento es doble. Y mi mirada no para de saltar de uno a otro, buscando un gesto, un parecido, una forma definitiva de poder distinguirles sin temor a equivocarme.

Reconozco que soy un poco egoísta, tengo prisa porque crezcan y oír su voz, sentir su mirada, sus abrazos...

Pero mejor será leer lo que dice el padre de las criaturas:

“Ya estáis aquí, pequeños...
Llevamos menos de 48 horas con vosotros y, de repente, muchos conceptos tienen sentido, muchas sensaciones se intensifican y muchas cuestiones se relativizan (como cuando habéis oído hablar mucho de algo y, al experimentarlo, os sale un "ah, era esto!). 

Habéis traído a este hombre unas gafas nuevas, y habéis regalado a esta piel otra manera de percibir, otro tacto... 

Vuestro olor ya siempre será el de mi hogar y la lucha tendrá, invariablemente, el sonido de vuestros nombres como insuperable arenga.

Otro regalo inesperado e inigualable es que, de la mano, habéis traído la confirmación de algo que ya sabia... tengo a mi lado a la mujer más maravillosa del mundo. Una guerrera titánica y dulce, que algún día os contará como fue vuestra llegada.

Gracias a los tres por lo que ya me habéis dado... y por lo que nos daremos.

Esto apenas acaba de empezar... vamos?”