Isaac Rosa
Una vez apagados los rescoldos de la huelga general, una duda me corroe: ¿cuál será el próximo objetivo del piquete mediático antisindical? Después de un mes de portadas, editoriales, columnas y tertulias machacando con lo malos que son los sindicatos y sus dirigentes y liberados (subvencionados, chanchulleros, vagos, violentos, caraduras y aficionados al lujo), ¿contra quién dirigirán ahora la trituradora?
Una opción es rematar el trabajo iniciado, seguir el pimpampum antisindical, darles el tiro de gracia. Pero no lo creo, sería demasiado fácil, y les interesa más dejarlos vivos pero tocados, mantenerlos a tiro para la próxima vez, así se lo piensan mejor antes de ponerse revoltosos. Además, una vez cumplido el objetivo de desinflar la huelga, no tiene mucho sentido gastar más tinta en Méndez y Toxo, descuidando otros objetivos.
Lo cierto es que la dura y sucia campaña antisindical se ha demostrado exitosa. Parece milagroso que millones de trabajadores hayan hecho huelga resistiendo, además de la presión empresarial, la intoxicación informativa. Todos tenemos vecinos y compañeros de trabajo que días atrás repetían como papagayos la consigna oída en la tertulia de la mañana. Un éxito que seguramente animará al piquete mediático a buscar nuevas víctimas.
Pero además éste es el tipo de cosas que, cuando uno se pone a ello, ya no puede parar, crea una maquinaria que necesita estar en permanente funcionamiento para que no se oxide. Lo que no sé es si será como esos servicios secretos que montas para espiar al enemigo y acabas pinchando el teléfono a los tuyos, por si acaso. ¿Se imaginan que ese mismo celo investigador, ese husmear en restaurantes de lujo y álbumes de cruceros, lo emplearan para arrojar luz sobre, pongamos, los negocios de algunos magnates, la corrupción de ciertos dirigentes afines, la vida de la Familia Real o la pederastia clerical en España?
Estaría bien, pero no caerá esa breva. Así que tras hincar el colmillo, entre otros, a artistas de izquierda (desde el ‘No a la guerra’ a la ‘Zeja’) y a sindicalistas, ¿quién merecerá sus próximas dentelladas?
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