No
lo van a conseguir. Si creen que por apalearnos en las protestas; por
identificarnos y multarnos en las concentraciones; por privatizar los servicios
públicos, como la sanidad, la educación o las bibliotecas; por jodernos la vida y
la salud; por empobrecernos; por criminalizar las protestas sociales; por
ayudar a los bancos en vez de a las personas que lo están pasando mal; por
bajarnos los salarios, tanto a trabajadores de empresas privadas como del sector público; por subirnos los precios de todo tipo de
productos, incluso de los de primera necesidad y energéticos como luz, agua o
electricidad. Si creen que con todo lo que nos están haciendo, vamos a perder
la educación y las buenas maneras, están muy equivocados.
No
conseguirán que salgamos a la calle a echarlos a golpes de razón y no parar
hasta que les perdamos de vista. No conseguirán que nos movamos de nuestros
sillones, entretenidos con toda la mierda que nos quieran poner por las
televisiones; nosotros no somos de esos pueblos que revientan y lo destrozan
todo, incapaces de contener su rabia, hartos de que les engañen.
Nosotros,
los españoles, aguantamos, que para eso hemos tenido un largo entrenamiento
durante la dictadura franquista. Eso grabó en nuestro ADN la mansedumbre
colectiva, el miedo, la resignación…
Aguantaremos
todo lo necesario, sin movernos, hasta que pase la “crisis”, que algunos
agitadores llaman “estafa”.
Nuestro
rey y el gobierno del régimen hacen todo lo posible para que nos rebelemos ante
tanta injusticia y están sorprendidos por nuestra capacidad de aguante. Vemos
cómo cada día tensan la cuerda alrededor de nuestro cuello un poco más.
Pero
no nos moverán. No caeremos en su trampa, seguiremos impasibles como súbditos
responsables y concienciados. Al final todo se arreglará. Mientras, aguantaremos
todo lo que haga falta.
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