Después de la cena, los más pequeños se levantaron de la mesa y comenzaron a jugar por el salón. Un resplandor que venía del patio les hizo salir para comprobar el origen de esa luz.
No podían creer lo que estaban viendo: Una gran estrella fugaz cruzaba el cielo y comenzaba a desprender pequeños racimos de lucecitas, de un blanco tan bello y luminoso que parecía un día soleado.
De pronto, muy asustados, vieron que esas lucecitas caían a su lado y producían grandes quemaduras en el suelo y los muebles del jardín.
Los gritos aterradores de los niños hicieron salir alarmados a los adultos de la casa, que vieron cómo los pequeños corrían desesperados intentando evitar —aunque algunos no lo conseguían— que ese fuego les quemara. Buscando respuestas, los mayores solo vieron dos aviones alejarse de la zona.
Inmediatamente, observaron aterrorizados cómo una enorme bola luminosa se acercaba a ellos a gran velocidad.
Enseguida se dieron cuenta de que ésta sería su última Navidad.
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