La Europa del capital continúa su ofensiva. Ahora le toca el turno a los inmigrantes, a los pobres, claro está, a los que huyen del hambre o de la guerra en sus países y no pueden conseguir papeles para trabajar en Europa.
La vieja Europa ya no recuerda cuando tuvo que exiliarse huyendo de la guerra y el fascismo. Ahora condena a prisión un año y medio a un inmigrante aunque no haya cometido delito alguno. Esto recuerda mucho al Guantánamo de los norteamericanos que tanto criticamos.
No se pueden poner muros al hambre. Ni cárcel tampoco.
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